Si quieres ser bueno en un oficio o habilidad, conviene estudiar a quienes han dominado esa habilidad, como se sigue a un chef sobresaliente en la televisión si lo que quieres es cocinar. Por eso, si deseas tener fuerza interior y paz, conviene aprender de los que practican estas cualidades.
La vida tiene muchas alegrías y placeres, pero también muchas incomodidades y penas, desgraciados efectos colaterales de las estrategias de la evolución para ayudar a los animales, nosotros incluidos, a pasar sus genes.
Las estrategias de la evolución funcionan muy bien para asegurar la supervivencia, pero acarrean sufrimiento porque, cuando una de esas estrategias encuentra problemas, recorren nuestro sistema nervioso señales de alarma incómodas, a veces dolorosísimas, para colocar al animal otra vez en su camino.
La mayoría de los animales no tienen un sistema nervioso lo bastante complejo para que las alarmas crezcan hasta suponer mucho sufrimiento, pero nuestro cerebro, mucho más desarrollado, es un terreno fértil para cosechar sufrimiento. Los humanos nos preocupamos por el futuro, lamentamos el pasado y nos culpamos por el presente. Nos sentimos frustrados cuando no podemos tener lo que queremos, y decepcionados cuando acaba lo que nos gusta. Nos molesta el dolor, nos sentimos enfadados por la muerte, tristes por la rutina de otro día. Esta clase de sufrimiento, que abarca la mayor parte de nuestra infelicidad e insatisfacción, es construido por la mente. Lo cual es irónico y patético, pero al mismo tiempo esperanzador, es decir que, ya que es la mente quien lo produce, podemos hacer que nuestra mente haga el proceso inverso y encontremos paz en lugar de sufrimiento. Aquietar la mente, usarla en lugar de que sea ella quien nos use a nosotros, indicarle a nuestra mente que ya no queremos todo ese ruido que suele hacer, enseñarle que el silencio y la quietud nos alejan del sufrimiento.
Normalmente encuentro mucha paz bajo un árbol centenario, en la montaña, arrullado por la música de un riachuelo, o caminando durante horas por un sendero apartado de la ciudad. En la naturaleza me lleno de energía, y sobre todo, le gano la batalla a la mente porque en esas situaciones, mi mente se queda en silencio.
1 comentario:
Debajo de un árbol se vive paz y tranquilidad, pero eso es porque no escuchamos, has hablado de la evolución, pues bien, debajo de ese árbol, en el suelo, con los distintos animales que en el viven, se está produciendo una lucha a muerte y el que mejor resuelva los problemas de vida saldrá adelante, es lo que se llama la ley de la evolución, por desgracia ni debajo de un árbol escuchando el arrullo del riachuelo podemos estar agusto. Por ello, si no queremos morirnos de pena, mejor es sentarnos bajo el árbol, escuchar el rio, el ruido del viento y disfrutar durante unos breves momentos, mañana será otro día.
Saludos
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