La aptitud más útil para abrirse paso y sobrevivir, el killing instint, el instinto asesino, es virtud humana cuando sirve para que las grandes empresas hagan la digestión de las empresas más chicas y para que los paises fuertes devoren a los paises débiles, pero es prueba de bestialidad cuando cualquier pobre tipo sin trabajo sale a buscar comida con un cuchillo en la mano.
La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. El arte de engañar al prójimo, que los estafadores practican cazando incautos por las calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento.
Los violadores que más ferozmente violan la naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de la cárceles.
Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.
Ya veremos a dónde llegaremos, pero por ahora lo que se vislumbra es que muy pronto, cuando desaparezca todo indicio de justicia social, y sólo quede la justicia penal, vendrá el llanto y el crujir de dientes. Cuando el estado se dedique solamente a velar por la seguridad pública y que deje los demás servicios a cargo de los mercados, veremos más pobres, esos pobres que ahora son vistos como fruto de su ineficiencia y no de la injusticia; esos que señalamos porque no trabajan, porque no estudiaron y que dejamos abandonados a su suerte sin tener en cuenta que no han tenido las mismas oportunidades; les llamamos fracasados en lugar de dar este calificativo a los gobernantes que no han sabido hacer bien su trabajo; son ellos quienes tienen la culpa de que el mundo esté al revés.
Miro hacia arriba, hacia los que ostentan el poder y pienso en los paraisos fiscales que, para ellos, son paraisos, pero para el resto del mundo son infiernos. Lugares como Suiza son las cuevas de los ladrones, de los dictadores, de los artistas de la evasión fiscal, de los traficantes de drogas y de armas. Hoy un gobernante sube al poder prometiendo empleo, pero que me parta un rayo si mañana no estaremos lamentando sus hechos en los que los trabajadores son los perjudicados. Los medios de comunicación hablarán de cifras, pero en las calles veremos personas. Pasará esta crisis, pero después vendrá otra, y luego otra y otra más, en una serie imparable, ya que la codicia y la avaricia de los mercaderes no tiene límites. Los gobernantes prefieren ser los títeres de los mercados, perder cualquier ápice de dignidad que aún tengan y verse despreciados por el pueblo que les ha votado, antes que doblegar su avaricia. Pocos son los que gobiernan hoy día en el mundo, la inmensa mayoría solo desempeñan un papel que le imponen otros más poderosos; por eso en la calle tanto se habla de que la democracia ha muerto, ha muerto porque ya no existe la democracia política, se ha convertido en democracia económica, y ya todos sabemos que la economía es una tirana, que los dictadores de hoy son dictadores financieros, que -como bien dijera Bertolt Brecht- es más delito fundar un banco que robarlo.
5 comentarios:
En la Universidad conocí y leí a Galeano,ha sido en estos 8 meses que llevo de blogero, cuando realmente he podido leer y deleitarme de este escritor, periodista,politólogo Uruguayo, habéis sido los propios blogeros los que me habéis abierto puertas para conocerlo mejor.
Saludos
Magnífico Galeano. Y Bertolt Brecht tenía razón con los bancos.
Salud y República
Ya ves que paradoja: como no he podido rebelarme ni contra la iglesia ni contra el ejército ni contra el matrimonio, que, aparte la banca, son las instituciones más reaccionarias que existen, pues aquí me tienes: rebelde, infiel y libertino por naturaleza... y viviendo como un circunspecto burgués.
Fernando Fernán Gomez (Belle epoque)
El final de Bertol Brech pone el dedo en la llaga. Hemos hecho una sociedad individualista, insolidaria y donde el poderoso siempre gana, aunque robe y mate. Lo vemos todos los días.
Como siempre, Galeano muy acertado.
Un beso
Siempre, desde mi más tierna infancia, se me advirtió que la sociedad era una selva y que aprendiera a sobrevivir sin atentar contra nadie ni permitir que atentaran contra mi. Resulta difícil, pero no imposible, aunque las más de las veces sienta la profunda necesidad de tirarme del carro aún estando en marcha. Lo se por experiencia. Beso.
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