Uno de los problemas que más llaman la atención en la consulta sexológica es el deseo sexual inhibido en el varón. Se trata de un tema que suele producir bastante confusión en la pareja. A menudo esta disfunción pasa desapercibida, en particular debido a que el varón se avergüenza y la mantiene en secreto en la medida de lo posible. Existe más literatura científica relacionada con el deseo sexual inhibido en la mujer que con este problema en el hombre. A continuación presentamos algunos datos de uno de los muy pocos estudios que existen sobre el deseo sexual inhibido en el varón. Se trata de un trabajo de McCarthy y McDonald.
El deseo sexual inhibido suele ser complejo de entender y de solucionar. Como ya hemos indicado, a menudo el problema central representa un secreto sexual. La poderosa combinación que produce la vergüenza, el erotismo y el secretismo da como resultado un patrón de control deficiente, el cual típicamente comienza en la infancia o adolescencia. Por orden de frecuencia se refiere a: (1) una variante del patrón general del deseo sexual; (2) una preferencia por la masturbación más que por las relaciones sexuales con la pareja; (3) una historia de trauma sexual gestionado inadecuadamente; o (4) un conflicto acerca de la orientación sexual. A veces el problema no es una falta de deseo en sí misma, sino un patrón de deseo menos tradicional.
El sexo se convierte en una fuente de frustración y vergüenza; entonces el hombre decide renunciar y evita cualquier situación que pueda conducirle a un encuentro sexual. Le falta confianza y no se encuentra cómodo en su proceso de excitación, ni durante el coito. Suele presentar un patrón de ansiedad anticipatoria, tensión e intentos de coito fallidos, que derivan en una actitud de vergüenza y evitación. Cuando las parejas dejan de tener relaciones sexuales —ya sea a los 40, 60, 80 años...—, aunque parezca mentira y vaya en contra del creer popular, en el 90% de los casos, el varón es quien lo decide así, según este estudio. Esta decisión suele tomarse unilateralmente y muchas veces no se comunica de forma verbal.
Algunos conocimientos nuevos sobre este tema indican que la esencia de la sexualidad en la pareja se encuentra en el dar y recibir caricias placenteras, y que el varón con bajo deseo sexual ha de cultivar una respuesta sexual variada y flexible, en lugar de aferrarse al criterio de rendimiento fundamentado en la realización del coito perfecto. El hombre tiene que dejar de basar toda sexualidad en la eficacia de su pene.
Hay estudios que indican que el 85% de las relaciones sexuales terminan en coito. Si esto no ocurre, el varón debe ser capaz de adaptarse a esta situación sin atemorizarse ni pedir disculpas. Más bien, debería realizar la transición a un escenario erótico —en el que no tiene que haber necesariamente coito—, a una situación sensual de abrazos y caricias, por ejemplo. La mujer halla esto más fácil de comprender, pero el varón tiende a asociar el coito con la virilidad. Muchos hombres tienen demasiado establecido un modelo de sexualidad en el que el coito ha de ser perfecto, asumiendo la responsabilidad del mismo. Sin embargo, está comprobado que un varón que adopta un modelo sexual más amplio puede disfrutar de su sexualidad hasta la vejez.
Una de las claves para el deseo sexual es la anticipación positiva y la idea de que el sexo es satisfactorio en ese momento de tu vida y de tu relación. Aproximadamente, dos de cada tres parejas han dejado de tener sexo a la edad de 75 años. Los hombres y las parejas que aceptan el reto de una sexualidad más flexible tienen más posibilidades de mantener una vida sexual más allá de los 80 años.
El sexo debe dejar de buscar predecibilidad y control. Tiene que pasar de ser algo automático y autónomo a convertirse en una situación íntima e interactiva. El deseo sexual se relaciona con el confort, la anticipación y la receptividad. El centro de atención es el deseo, el placer y la satisfacción, más que el coito y el orgasmo. El varón debe aprender a percibir a su pareja como una compañía erótica, centrándose en compartir placer, más que ser el encargado de generarlo.
¿Conoces casos de hombres con un bajo deseo sexual? ¿Cuál es tu experiencia al respecto? ¿Te parece más preocupante un hombre con deseo sexual inhibido que una mujer con el mismo problema?
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