Los ingenieros no se pueden permitir escoger entre razón e intuición, entre cabeza y corazón, como no elegirían caminar con una sola pierna o ver con un solo ojo.
Cuando uno pone en juego no solo la mente analítica sino también las emociones y la intuición, los sentidos y la inteligencia emocional lo capacitan para recorrer en un instante centenares de posibilidades y alternativas para llegar a la mejor solución en segundos en lugar de horas. Y los estudios indican no solo la rapidez del proceso sino la probabilidad de que quienes lo utilizan descubran una solución tan buena o mejor que si se fiaran únicamente del intelecto.
Cualquiera que sea su actual posición o título, cada uno es al fin y al cabo responsable por ser el director de su propia vida y trabajo. De acuerdo con esto, todos los días tomamos o dejamos de tomar decisiones que tienen consecuencias tanto inmediatas como a largo plazo. Además, a un número mayor de personas se les pide hoy servir como lideres en una u otra forma en el lugar de trabajo y se espera que estén a la altura de expectativas cada vez más altas. Se espera que muestren amplios conocimientos y pericia en muchos campos, tales como finanzas, estadística, asignación de recursos, tecnología, sistemas de información, desarrollo de productos,prestación de servicios y marketing (para empezar). Se nos exige competencia para escribir, hablar, escuchar, negociar, formular estrategias; se espera que demostremos casi todos los atributos de un líder, como son: honradez, energía, confianza, integridad, intuición, imaginación, flexibilidad, dedicación, motivación, sensibilidad, humor, coraje, que podamos ser mentores, entrenadores, consejeros, aliados -ser no sólo lideres excepcionales sino también hombres y mujeres notables- es decir, tenemos que poseer una gran inteligencia emocional; y es que las emociones no son ni buenas ni malas, son una fuente de energía, de motivación, inspiran y vitalizan el buen sentido y la razón y se relacionan con el éxito.
Apostemos -como dicen Cooper y Sawaf- por un futuro emocionalmente inteligente.
Cualquiera que sea su actual posición o título, cada uno es al fin y al cabo responsable por ser el director de su propia vida y trabajo. De acuerdo con esto, todos los días tomamos o dejamos de tomar decisiones que tienen consecuencias tanto inmediatas como a largo plazo. Además, a un número mayor de personas se les pide hoy servir como lideres en una u otra forma en el lugar de trabajo y se espera que estén a la altura de expectativas cada vez más altas. Se espera que muestren amplios conocimientos y pericia en muchos campos, tales como finanzas, estadística, asignación de recursos, tecnología, sistemas de información, desarrollo de productos,prestación de servicios y marketing (para empezar). Se nos exige competencia para escribir, hablar, escuchar, negociar, formular estrategias; se espera que demostremos casi todos los atributos de un líder, como son: honradez, energía, confianza, integridad, intuición, imaginación, flexibilidad, dedicación, motivación, sensibilidad, humor, coraje, que podamos ser mentores, entrenadores, consejeros, aliados -ser no sólo lideres excepcionales sino también hombres y mujeres notables- es decir, tenemos que poseer una gran inteligencia emocional; y es que las emociones no son ni buenas ni malas, son una fuente de energía, de motivación, inspiran y vitalizan el buen sentido y la razón y se relacionan con el éxito.
Apostemos -como dicen Cooper y Sawaf- por un futuro emocionalmente inteligente.
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